viernes, 9 de marzo de 2012

Soy feliz porque me quieren y me cuidan de esta mi mala cabeza.

Soy feliz porque me quieren y me cuidan de esta mi mala cabeza.
Cada vez que bajo al pueblo, suele ser una vez a la semana, no salgo de mi asombro. Leo el periódico y miro algo la televisión del bar de Julián. En casa no tengo televisión y tampoco recibo ningún periódico. La información la recibo vía transistor y la suelo poner un ratito todas las noche hacia las 11:00. Los días que no hay partido de futbol me entero de algo. A las 12 la apago, pues el balón pie domina y no me gusta, jugarlo sí, pero que me lo cuenten me aburre. Sé que existe Messi, Mourinho, Guardiola y Ronaldo. A la fuerza ahorcan y en el fondo les agradezco que me distraigan a la fuerza. Los hombres podemos ser muy peligrosos si nos aburrimos.
Le dice un cura a un niño el día de la primera comunión: ¡¡ ¿De modo que quieres ser cristiano? !!
Y el niño le contesta: ¡¡ No Messi !!
Bueno a lo que iba:
Doy gracias a Dios por los Gobernantes que tenemos y como nos cuidan. Gracias a ellos nuestros instintos perversos son controlados, incluso a la fuerza. Gracias, mil gracias tenemos que dar todos los días a estos dirigentes nuestros.
Lo tengo que reconocer, soy un presunto culpable. Debo de tener pensamientos muy malos sin saberlo pero, gracias a los controles que ejercen nuestros Gobernantes sobre nosotros, han evitado que pudiera brotar en mi interior un deseo irresistible de hacer algo muy malo sin saberlo.
Viajaba a Barcelona a dar una charla sobre ética oriental y presuntamente evitaron que pudiera secuestrar un vuelo y desviarlo a algún país que se me hubiese ocurrido en ese momento. Menos mal que me descubrieron.
Antes de poder llegar al avión, casi me desnudaron, me quitaron cinturón, zapatos, gafas de sol (las suelo llevar por las cataratas), me cachearon por delante y por detrás, miraron mi bolsa de viaje donde llevaba el pijama, despertador, neceser, 2 plátanos, dos pares de calcetines la camisa y el jersey, todas mis intimidades. Ellos lo tienen que  mirar todo por una televisión. Tienen que tener la seguridad de que no exista la más mínima posibilidad de que comenta una locura. Gracias que apareció el posible cuerpo del delito loco, encontraron la posible arma mortal guardada (escondida para pasar desapercibida) en el neceser: unas tijeritas para arreglarme la barba.
       .- No las puede llevar señor, son las normas, si fuesen un poco más pequeñas…
       .- Serian pinzas le conteste.
       .- Pero es que son puntiagudas, me replicó.
Ante tal aseveración me sentí avergonzado, descubierto. Si al menos hubiesen tenido la punta redonda…, pero puntiaguda. No había excusa. Que torpeza la mía, pero es que con unas tijeras de punta redonda es muy difícil arreglarse la barba, esas son más de costura. Por si quedaba alguna posibilidad de que me perdonase le pregunte con la mejor de mis sonrisas, persuasiva y colmada de bondad:
       .- ¿Vd. cree que soy peligroso? Tengo bastantes años, los cuales por coquetería no confieso, no uso bastón, pues todavía camino erguido, pero se me ve mayor.
       .-No puedo hacer nada, no las puede pasar, son las normas.
Llegue (sin mis tijeras) a la ciudad de destino, me aloje en el apartamento de un amigo, necesitaba algunos alimentos pues la nevera me la dejo vacía y me encamine a Carrefour.
Por mi forma de vestir (pantalones flojos que muchos son sin bolsillos) suelo llevar un bolso colgado, el que llevaba ese día me lo había regalado mi hermana que lo había traído del Nepal. En él, llevaba casi todo lo que soy  para esta sociedad: carnet de identidad, el de conducir, la cartera con el dinero, las llaves, una agenda, el teléfono, una lima de cartón por si alguna uña se astilla y … creo que nada más. Me para un castillo de hombre y me dice:
       .- Tiene que meter el bolso en aquellas taquillas.
       .- ¿Por qué?.
       .- Son las normas caballero.
       .- Es donde llevo el dinero y todas mis cosas, no quisiera separarme de ellas
       .- Bueno, también si Vd. quiere…, en aquella mesa, donde están aquellas señoras, hay una máquina, meta su bolso en una de las bolsas de plástico que hay y precíntelo.
       .-Y eso por qué?,
       .- Son las normas.
Gracias a Dios, me dije, estas buenas normas que estos diligentes señores tienen, me disuaden de mi deseo oculto e inconsciente de robar.
En la cola le dije a la señora que iba delante:
       .- Esto es para que no robemos.
Me miro extrañada y no me dijo nada.
Es que en el fondo somos culpables de todo lo que pasa. Ladrones terroristas, atracadores. Vete tú a saber.
Ya de regreso de ese fin de semana, se me ocurrió y tuve la necesidad de echarle gasolina al coche, no pensaba bajar al pueblo hasta la próxima semana y siempre que estoy en el monte quiero tener el depósito lleno. Era algo tarde pero la gasolinera abre toda la noche y me conocen. Procuro ir a esa pues es donde  son ellos los que la sirven y pido siempre que me lo llenen. Siempre reposto en gasolineras donde te lo sirven, no quiero ser  esquirol.
La persona que estaba adentro y que ya me había puesto alguna vez un café me dijo:
       .- Tiene que pagar por adelantado y servirse Vd. mismo.
       .- Pero es que quería llenar el depósito y no se la cantidad…
       .- No hay problema me deja algo más de dinero y luego le doy la vuelta.       
       .- ¿Piensas que me voy a marchar sin pagar?,  
       .- No, pero son las normas a partir de las 12 de la noche. Mire el reloj y tenía razón. Ya se había sobrepasado por 10 minutos.
Nuevamente me sentí descubierto, quizás me hubiese asaltado un irrefrenable deseo de llenar el depósito y salir de estampida.. Reconozco que son cosas que se nos pueden ocurrir a todos.
A los pocos días, cuando bajaba al pueblo a tomarme un café por la mañana, sin haber hecho (y juro tampoco haber pensado) nada malo, ninguna mala maniobra, a la salida de una curva, me encuentro ala Guardia Civil que muy atenta me levantó la mano, pero como la mantuvo levantada me di cuenta que no era para saludarme. Me apresure a detener mi coche y baje la ventanilla… esta vez me saludo militarmente, quizás me confundió con algún amigo pues por mi forma de vestir estaba claro de que no era militar.
       .- Buenos días, me permite su documentación?,
Le di mi carnet de identidad…,
       .- no, no, el permiso de conducir…,
Gracias a Dios que lo llevaba, se lo entrego…, 
       .- me permite la documentación del coche…,
Abro la guantera y allí estaba, también se la facilito…,
       .- le importaría abrir el maletero…,
Dios a quien estarán buscando…,
       .- si, como no.
Me bajo, voy a la parte posterior y levanto la tapa…, dentro, una caja de botellitas de agua, una lona vieja, unos pulpos de goma para cuando tengo que sujetar algo… y nada más.
       .- ¿Puede levantar la lona?…,
       .- si como no. Oiga Agente, hice algo mal, alguna mala maniobra?
       .- No, no señor…,
       .- ¿andan buscando a alguien?..., (como parece que no le gustó la pregunta, continúe…,)    que se parezca a mí?...,
       .-no, no señor.
Seguro que han percibido algo, supuse. Quizás algún posible pensamiento delictivo por mi parte que gracias a Dios he refrenado evitando la posibilidad de ser contrabandista o vete tú a saber qué cosa se me podía haber ocurrido.
Con el fin de entablar una conversación de acercamiento cordial ya que su trato parecía no ser muy amistoso le pregunte:
       .- Oiga agente, si yo fuese un ciudadano que va con el tiempo muy justo y no habiendo dado muestras de ninguna conducción sospechosa o temeraria y suponiendo que no buscan a nadie que se parezca a mí, ni ningún vehículo similar…, Porque me molestan y se atreven  a pararme?...,
       .- Son controles rutinarios para su seguridad.
Gracias Dios Bendito que cuidan tanto de mi (esto no se lo dije, pero lo pensé) si no fuese por ellos vete tú a saber qué locura hubiera podido cometer. Menos mal que no llevaba la herramienta de trabajo pues seguro que me podía haber dado por hacer alguna locura.
Llegue al bar de Julián y como siempre pedí el café y cogí el periódico que estaba libre. En el fondo estaba contento y agradecido a esta sociedad que cuidaba tanto de mí y de mis posibles impulsos perversos y malignos.
Cuando leo los titulares, pues de ahí no paso, (letra demasiado pequeña), ya soy mayor y no me interesan los chismes, me doy cuenta de que estamos protegidos. La cantidad de personas, entre nuestros dirigentes, que si se hubiesen encontrado con el castillo de Carrefour o con la Guardia Civil, no hubieran hecho lo que hicieron. La cantidad de disgustos que se hubieran evitado los Camps, Matas, Barberás, Gariñanes, Ñañigos, Urdangarines y Mumuas. Uno de ellos, creo que cuando se dio cuenta de que había tenido los malos instintos de dejar abandonada a su mujer y sus hijos en un cine, se arrepintió y echó a correr… por su forma de hacerlo se veía que era un atleta, lo pasaron varias veces por el televisor de Julián. Seguro que para dar ejemplo de que hay que hacer deporte y de que es bueno arrepentirse a tiempo. Vete tú a saber que le hubiese pasado a esa pobre familia abandonada en un cine.
Ya estoy más contento y tranquilo, por fin estoy en casa. Cada vez que bajo al pueblo lo hago con miedo de lo que me voy a encontrar o de lo que me voy a enterar, pero sé que en el fondo todos me cuidan.
Por fin estoy de regreso. Qué bien se está en silencio y sabiendo que por ahí abajo hay tanta gente que nos cuida de no hacer locuras para no salir en el periódico por vergüenza.
El Arzobispo de Oviedo (se me olvidaba) en la homilía de hace unas semanas a sus feligreses,  les habló y se la dedicó a una cantante que fue una gran dama, creo que mujer de un presidente y también  mujer de un policía. Así teníamos que ser todos, o grandes damas, o cantantes, o presidentes o policías para que hablasen de algo importante en las homilías y se dejasen de tanto niño hambriento que se muere por esos mundos de Dios y sin evangelizar, verías como ya nadie saldría de su casa, que creo que es lo que voy a hacer hasta dentro de una o dos semanas.

Es que me tengo miedo.

Para miconciencia2010 de Elías de la Canóniga

1 comentario:

  1. Bueniisimo Alejandro, has contado la realidad de forma irónica? Asi es, asi nos adoctrinan con el absurdo del miedo, la inseguridad, normas , y más normas, me encanta como hablas con ellos con sinceridad o para que se den cuenta, pero son robots con la lección aprendida. Brindo contigo por el despertar de la Humanidad y el Poder del Amor!. Un gran abrazo hermano. Disfruto mucho de tu sabiduria y humor en casa de Angeles Praxedes, en Tenerife. Cuidate mucho

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